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martes, 19 de mayo de 2009

M2014

Hace unos meses, en el primer ‘post’ publicado en este blog, me parecía oportuno iniciar esta intermitente bitácora señalando como, desde que aparqué definitivamente mi carrera como jugador en 2006 para iniciar un nuevo camino en la FEB, he tenido la fortuna de vivir de forma cercana e intensa dos momentos tan importantes como son la histórica conquista de la medalla de oro en el Mundial de Japón ese mismo verano y la celebración del EuroBasket 2007 en nuestro país; un reto que, a pesar de no saldarse con el resultado que todos hubiéramos deseado en lo deportivo, se consolidó como un éxito organizativo a todos los niveles.

Entramos en la semana clave de nuestra candidatura para acoger el Mundial 2014 y no puedo evitar pensar que, de confirmarse nuestras aspiraciones, en cinco años podría reeditar esos dos momentos con el bagaje añadido que supone tener la experiencia de pisar un terreno recientemente transitado, el que abarca la organización de un evento de gran magnitud. Un proyecto ambicioso que, en este caso, y según los planes cuidadosamente tejidos en la FEB, daría comienzo con cinco años de antelación al propio acontecimiento deportivo y estaría caracterizado por su afán de llevar el baloncesto al último rincón de cada continente.

Por supuesto reconozco mi propio egoísmo por querer volver a implicarme en algo tan especial, pero no me cabe la menor duda que, si finalmente alcanzamos nuestro objetivo este sábado en Ginebra, la calidad organizativa que avala nuestro proyecto de candidatura, sumada al excelente estado de salud del baloncesto español -que a buen seguro va a perdurar- garantizará un éxito de convocatoria que hará del Mundial 2014 un fenómeno inolvidable en nuestro país.